Este es un momento que pertenece a la historia de España, de Aragón y de Zuera. Con toda seguridad, no se volverá a repetir. Pero puede ser ilustrativo de una etapa de convergencia democrática social y política sobre el cual, poco después, comenzaría a constuirse un edificio que hoy algunos parecen empeñados en desmoronar.
También lo es de las «vueltas que da la vida» y de las que siempre conviene extraer algún tipo de aprendizaje para que ésta no pase en vano.
No hace falta decir que el ejercicio de la libertad a lo largo de los años convirtió lo que era una amable e ilusionada convivencia en simple, pero respetuosa coexistencia. Lo cual, como la historia se ocupa de recordarnos a cada momento, no es poco.
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