Éste es el llamado “Arco de la mora”, un intento de acueducto que nunca llegó a cumplir su función. Es uno de los pocos restos patrimoniales que perviven en el municipio de Zuera, testigo mudo de nuestro pasado árabe o, si se prefiere, mudejar. Fue restaurado a principios del presente siglo por el arquiteco Javier Peña, utilizando los mismos materiales con los que se presumía había sido construido. Constituye una de los elementos icónicos del municipio, porque no abundan los restos de la etapa denominada Zagri-andalusí (S XIX), en primer lugar, pero sobre todo porque está incrustado en el corazón de nuestro paisaje, de nuestra historia y de todos aquellos que han crecido o vivido en esta Villa de Zuera. El aspecto de su entorno hoy es deplorable, de total y absoluto abandono, como ponen de manifiesto las fotografías. Estamos hablando de un testimonio histórico, de una reciente e importante inversión pública y, creo, que de una falta de sensibilidad y de afecto hacia lo que representa que nos pone en evidencia ante cualquier persona o grupo que se acerque a contemplarlo.
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